domingo, 22 de julio de 2012

En opinión ajena: El legado podrido de Camps

El jueves por la noche, Francisco Camps acudía a una charla coloquio en Xàbia, Alicante, sobre "responsabilidad social en la política". Tal cual. Unas 30 personas le recibieron en el Monasterio que acogía el acto con gritos, insultos y huevos.

Unas horas después, ya el viernes, Alberto Fabra salía de una visita al Museo Arqueológico de Guardamar de Segura, también en Alicante. Otras 30 personas, seguramente distintas a las de Xàbia, le recibieron con gritos, insultos y también huevos.

Entre una y otra escena, la Generalitat Valenciana anunció de forma oficial su intención de acogerse al plan de financiación creado por el Gobierno central para inyectar liquidez en las comunidades autónomas. Un rescate económico que no es un rescate para el Consell pero que con uno u otro nombre se antoja imprescindible para salvar las comatosas finanzas de esa Comunidad que algún día se promocionó como ejemplo nacional.

Entre una y otra escena hay casi un año de gobierno.
Se cumplen ahora 365 días de la dimisión de Francisco Camps como presidente de la Generalitat Valenciana y de la elección de Alberto Fabra (entonces alcalde de Castellón) como su sucesor. El 20 de julio de 2011 Camps renunciaba a su cargo proclamando con drama su inocencia para ser juzgado por los trajes del caso Gürtel.

Camps fue absuelto por un jurado popular y poco más se supo de él. Desde entonces apenas ha ocupado su escaño en las Cortes. Se supone que juega al tenis y devora ensayos sobre esos personajes bíblicos que parecen hablarle directamente a él. Acude a las reuniones del Consell Jurídic Consultiu y cuentan que recorre en coche oficial los apenas 300 metros que separan su casa de la sede para evitar alguna bronca por el camino. Él, que presumía de que en Valencia había mil pintadas contra Zapatero y ninguna contra él.

Probablemente también planea empezar a dar clases porque ya es doctorado en Derecho por la Universidad de Elche con sobresaliente cum laude. "Me encantaría tener la oportunidad de enseñar todo lo que he aprendido durante estos años", reconoce.

Si soñaba con volver a la primera línea de la política, debió despertar el día que se subió a una barca en l'Albufera y deliró camino del país de nuncajamás. "Estoy más preparado que nunca para ser presidente de la Generalitat o del Gobierno", dijo mientras perchaba para Telva. Y su teléfono se borró en todas las agendas de Génova...

De Camps sólo queda la sospecha de que algún otro asunto judicial podría complicarle la prejubilación (ya sea el caso Nóos o la presunta financiación irregular del PP valenciano), queda la desconfianza preventiva de Rajoy ante el territorio que antes veneraba y queda una herencia ulcerada que ha caído como un meteorito sobre el trono del legatario en cuestión.
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