domingo, 10 de junio de 2012

El desguace de La Coma, y su colegio mayor

el director, Alfonso García, y unos colegiales

El cierre del Colegio Mayor, ejemplar en su función social, y el incierto futuro de la escuela taller se ciernen sobre un barrio azotado por la crisis y el aumento de los robos

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Nunca ha sido fácil la vida en este pequeño interregno de acción preferente en el que conviven entre 5.000 y 6.000 personas, con mayoría gitana, más de 50 nacionalidades y un paro que oscila entre el 60% y 70%. Estuvo muy mal, fue a mejor y ahora vuelve a estar mal. La inseguridad ha repuntado. Han entrado a robar a la parroquia, al colegio, a las monjas, a las entidades sociales, a las casas. Cáritas ha suspendido temporalmente sus servicios por culpa de “algunas personas (muy pocas)”. Muchas familias viven al límite. La crisis asfixia. Y en este oscuro panorama, algunas luces que alumbran la salida del ominoso círculo de la pobreza se apagan. O las apagan. La Generalitat no ha renovado el concurso de la empresa encargada de gestionar el Colegio Mayor de La Coma. De modo que a finales de este mes se cerrará una ejemplar iniciativa que aúna la cooperación internacional con países subdesarrollados con la labor social

Entre 50 y 60 colegiales seleccionados sobre todo de Centroamérica y África son becados y estudian másters y doctorados mientras enseñan a los vecinos a leer, cuidan de los hijos mientras los padres trabajan o aprenden, imparten clases de informática, median en conflictos... Luego, revierten sus conocimientos en proyectos comunitarios y de desarrollo cuando vuelven a sus países de origen. El colegio fabrica líderes sociales. La experiencia, que nació en 1994 bajo la dirección de Joaquín García Roca, ha sido tan fructífera que ha inspirado instituciones similares en Bilbao, Sevilla, Madrid, El Salvador, Nicaragua o Colombia. El colegio, además, inyecta autoestima al barrio. “No vamos a perder una de las instituciones que contribuyen a generar espacios de convivencia y desarrollo local, convertido en una de nuestras señas de identidad”, afirma un manifiesto de la combativa Asociación de Vecinos y Entidades de La Coma.

El director del colegio, Alfonso García Ninet, insiste también en explorar nuevas fórmulas de financiación incluida la reducción presupuestaria para dar continuidad al proyecto. “La pérdida sería irreparable para el barrio y para los chavales, algunos no podrían ni acabar sus estudios”, explica.

 pesar de las dificultades, la Universitat de València mantiene sus becas si bien el grueso de los recursos procede de la dirección general de Formación y Cualificación Profesional de la Consejería de Educación, que desempeña Felipe Codina. Desde este departamento se indica que “se están estudiando” con la Universitat posibles alternativas, aunque se incide en los graves problemas presupuestarios para mantener los 400.000 euros anuales del colegio.

Todo apunta, no obstante, a que la Generalitat no tiene voluntad de garantizar la continuidad del centro por el que han pasado unos 1.500 alumnos en 28 años. Se pondrá fin así a una iniciativa merecedora de múltiples reconocimientos que contrasta con el escándalo del miserable saqueo de las ayudas a la cooperación que la Generalitat destinaba, supuestamente, a los más necesitados.
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